viernes, 13 de marzo de 2009

LA FUGA DE MARTA




Hola, me presento. Soy Marta y soy una persona muy feliz. Bueno, lo que estaba contando, vivo en un pueblecito alejado del centro de la ciudad. Tengo que presentar a mis amigos ¿verdad?.... Bueno mi mejor amiga se llama Belinda, ahora mismo ella esta jugando al tenis, pero luego vendrá. Bueno continuo. También tengo un amigo, bueno algo mas que amigo, pero, shh... mamá no se puede enterar.
En mi casa soy hija única y mi madre dice que hasta los dieciocho no quiere a ningún hombre en mi vida pero, bah, yo paso. Como estaba contando... mis amigos son geniales. Bueno hoy es día seis. Estoy llegando a casa pero hoy pasa algo raro, no hay nadie por la calle, ¡que cosa mas rara!. Llego a casa y papá y mamá se están sentando en el sofá. Entro y subo corriendo. Mi madre grita: ¡MARTAAA!. Bajo y papá me dice que me siente. No se lo que ocurre pero es algo malo, tienen cara de enfadados. ¿Qué pasa mamá?- pregunto. – Marta, hemos llamado al colegio y nos han dicho que, te van a expulsar. La sonrisa se borra de mi cara. ¿Cómo?, ¡no! , ¡no puede ser! Pero cómo, porqué, yo no he hecho nada. Salgo llorando y me voy a mi cuarto. Se oyen pasos hacia mi habitación. Mamá entra muy enfadada y me dice; - Marta tu padre y yo hemos decido enviarte a una academia militar-. Mamá deja que te explique fue una confusión. No quiero ir, se acabó, me voy de casa. Salí corriendo de mi habitación , abrí la puerta de la calle y me fui. Pero ahora a donde iría. Estuve pensando y decidí ir a casa de Belinda. Cuando llegue allí ella se quedó horrorizada con la decisión de mis padres. Ella para mi y yo para ella éramos lo más importante de nuestras vidas. Decidí volver a casa, era de noche y mamá y papá estarían preocupados. Cuando llegué, encima de mi cama , había una gran maleta llena de ropa. Era mi ropa. Tenia que dormir, estaba cansada. Me puse el pijama y me acosté.

A la mañana siguiente ya era de día, y tuve que recordar lo sucedido anoche.
Hoy tendría que partir, hacia no sé donde. Tan sólo tener que pensar en ello hacía que me entraran ahorcadas...

Por Begoña O.



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